La bicicleta rota

Hoy he leido que Portugal ha decidido aceptar la realidad y solicitar una ayuda al fondo de rescate de la Unión Europea de unos 90 mil millones de Euros... Un intento de responsabilidad política de Sócrates después de su huída. Veremos si el Fondo contesta antes de las elecciones generales a las que el Partido Socialista se enfrenta en los próximos meses con una estimación de voto inferior al 25%... Una recuperación económica bien vendida a los medios serviría para reforzar y recuperar la carga de votos de este partido que, históricamente, representa un termómetro de apoyo de la izquierda en Europa.

Y es que la crisis cayó como una bomba en países con gobiernos de izquierdas (Reino Unido, España, Grecia, Portugal, Estados Unidos...). La desconfianza tradicional de los votantes en la capacidad de un partido socialdemócrata para realizar buenas políticas económicas parece que no acaba. Y sin embargo, a pesar de muchas opiniones encontradas de periodistas y medios contra la reacción del Presidente Obama o del Presidente Zapatero, lo cierto es que, aun a sabiendas de tomar medidas antipopulares, están poniendo los parches necesarios para sacar a sus países de la crisis. Ya sea solicitando ayudas internacionales, ya sea (como en el caso de España) reforzando la economía a medio y largo plazo.

Según el próximo Presidente de la República Francesa, Dominique Strauss-Kahn, España y su gobierno han tomado las medidas necesarias para salir de la crisis y la valoración de la deuda española ya está en el mejor nivel desde el comienzo del crack financiero.

Aún así, la solución sigue pareciéndome un parche en la cubierta de una bicicleta a la que le fallan los frenos, los pedales y la cadena... No hay más que tirar la bicicleta y buscar un nuevo vehículo. Los ciudadanos pensaban que la respuesta a la crisis sería más contundente desde Washington y desde Bruselas, algo así como un nuevo sistema de nacionalización bancaria y de servicios. No apelo al comunismo ni al falso bolivarianismo de Chaves, pero sin una política de nacionalización de los servicios más rentables, donde las empresas que más aportan a la economía tuvieran que compartir beneficios (al igual que ya comparten gastos) con el Estado, las naciones tendrían un colchón de inversión con el que asegurarse el pago de una deuda externa que va superando poco a poco el montante de dinero real que se mueve en el mundo.

Por ejemplo, el estado invierte dinero de los contribuyentes en reflotar una Caja de Ahorros. ¿No sería más lógico que esa inyección de dinero fuera para comprar participaciones del Tesoro Público? De esa forma el dinero ingresado serviría para asegurar que cuando la repartición de beneficios se realizara, el Estado tendría la posibilidad de reingresar el dinero invertido con creces. Incluso de controlar los movimientos más que dudosos que muchas de las cajas y alguno de los bancos han realizado en estos dos últimos años.

Existen demasiados poderes fácticos en el mundo, demasiados lobbies que viven de nuestra deuda, una deuda necesaria para promover el consumismo de productos financieros, para promover el uso de nuevas tecnologías, etc. Mientras los ciudadanos piden créditos que no pueden pagar para comprar el nuevo iPhone, los bancos y las Bolsas ya se frotan las manos pensando en los intereses que van a cobrar en concepto de retrasos en la devolución de las ayudas del Fondo Común.

Están ayudando a los países más afectados. ¿O los están comprando?

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